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Un museo lleno de gente
El trabajo de todo el año puede visitarse los fines de semana, el Museo Taller nunca duerme, se ve que el Castillo de la Energía concentrará invitados, vecinos y trabajadores portuarios para cerrar las actividades.
Categoría: Cultura

El trabajo de todo el año puede visitarse los fines de
semana, el Museo Taller nunca duerme, se ve que el Castillo de la Energía
concentrará invitados, vecinos y trabajadores portuarios para cerrar las
actividades.

Subir el Puente La Niña implica, indefectiblemente, avistar el Castillo de la
ex usina. Caminar por el empedrado, debajo pasan trenes y vagones, la ría a la
derecha y más vías a la izquierda. La calle ruta llena de cereal y por lo
tanto, de palomas. Asomarse y ver el cartel de San Atilio. Estamos cerca. Bajar
con la curva y que llenarse los pulmones de ese olor penetrante de pellets. La
entrada al Museo Taller es una reja negra, a veces guardada por un perro, otras
veces asoma algún frecuente colaborador. «¿Cuáles son las novedades?»,
te recibe Roberto Orzali. «Pasá, vení, tomemos mate». La hospitalidad
de los trabajadores que colaboran con el Museo es lo más característico y
constante. Todos son invitados a pasar. «De algo vamos hablar». Y
surgen las bolsas nuevas, los bancatutti hechos con madera reciclada de la ría,
la sala llena de réplicas y la invitación al festejo anual. El Museo cumple 10
años de trabajo, investigación y de identidad.

Noticia en forma de buque

Una nueva réplica en miniatura se expone en Ferrowhite, bautizada con el nombre
«La milonguita», en realidad era 380 B. «Se traga todo el barro
que chupa la draga» cuenta Roberto Orzali. «La Milonguita» es el
nuevo buque que llega de las manos creativas de Roberto Bocha Conte, como ya lo
hiciera con el Dundrum Bay. «Va trabajando en rosario, con baldes de acero
que van tomando barro del lecho marino y cae todo el barro en una canaleta
hasta que llega a la bodega o cántara de este barco, transportábamos el barro y
lo llevábamos al vaciadero». Funcionó hasta los años ´90. «Me inspiré
en 20 años de trabajo como capitán, lo terminé hace dos meses», está en
exposición junto al Dundrum Bay y los portacontenedores.
El Museo Taller se armó con herramientas que algunos ferroviarios, a veces sin
permiso, se llevaron a su casa para tomarse el trabajo, después, de traerlas.
Todavía en buena medida funciona así. Pero puede que hoy por hoy el gran
donante de objetos sea el mar. Por esa lengua de ría que lame la platea de
hormigón sobre la que se levanta el castillo, llegan cientos de cosas a diario,
traídas por las mareas. Restos, dirá alguno, de ese naufragio en perpetua
expansión y fuga que llamamos capitalismo. Aparecen cascos, neumáticos, granos
de soja, cartones de vino y, cada tanto, puntales y placas fenólicas que la
marea arrastra desde el flamante muelle de la cerealera Toepfer o las
suspendidas obras de la minera Vale. Con esas maderas, fabricaron cajas de
herramientas, mesas de bar, bancos como el que les mostramos en esta entrada y
algunas de las piezas de un juego, el Mecano de la Marea, que nos sirve para
estudiar el movimiento portuario junto a las escuelas que lo visitan. Así que
el éxito de estos bancatutti se comprueba a la hora de que la fiesta sea muy
asistida.

Una tarde, todas las tardes
De a poco, el sábado avanza y las familias se aproximan curiosas.
«¿Cómo es esto, se puede entrar, recorrer?» asoma un rostro de un
hombre fornido. Los muchachos del Museo abren la puerta, explican, dan
folletos, acompañan. Después de un rato, la familia vuelve a pasar por el
mostrador de recibimiento, salen y se sientan en los jardines, mate y charla,
fotografías y rueda para hacer que el lugar sea parte definitiva de la vida de
bahienses, whitenses y visitantes.

Propio recorrido

El Museo abrió sus puertas el 6 de noviembre de 2004, luego de dos años
dedicados a la recuperación del Taller Regional de Mantenimiento de la ex usina
General San Martín. El taller, que había dejado de funcionar a fines de 1988,
fue desguazado junto con la usina luego de la privatización de la empresa
provincial de energía eléctrica a fines de los noventa. Su puesta en valor,
propiciada desde el Museo del Puerto de Ingeniero White a través de un subsidio
de la Fundación Antorchas, tuvo por primer objetivo alojar una colección de
objetos que un grupo de ferroviarios había puesto bajo el resguardo de la
municipalidad, luego de que los ferrocarriles argentinos pasaran también a
manos de concesionarios privados. De ese modo nació Ferrowhite como un museo
autónomo.
En el mes de noviembre celebra 10 años de historia de trabajo ferroviario y
portuario. A lo largo de la última década, sin que sepamos cuánto de libertad,
de azar y de necesidad hay en todo esto, Ferrowhite funcionó alternativamente
como salón de baile, sala de conciertos, gabinete historiográfico, escenario
teatral, taller de serigrafía, balneario contaminado, corsódromo, mecano,
panadería, peluquería, café bacán, e incluso, como un museo. «El equipo
del museo hubiera sido incapaz de empezar a dar cuenta de esa historia en soledad.
Necesitaba para ello de la colaboración efectiva de todos aquellos que de un
modo u otro formaron y forman parte de la vida del ferrocarril, de los
elevadores, los muelles y las usinas de este puerto. Es eso lo que nos ha
llevado a golpear la puerta de nuestros vecinos, pero al mismo tiempo lo que ha
hecho que algunos de esos vecinos terminaran considerando al museo como su
propia casa. Comenzamos haciendo entrevistas bajo los protocolos de la
«historia oral» y terminamos comprometidos con nuestros entrevistados
en el armado de muestras, obras de teatro, artefactos extraordinarios y fiestas
de carnaval que no sólo dan cuenta del pasado de una comunidad sino que, de
algún modo, intentan incidir sobre su presente», cuentan sus integrantes
encabezados por el director el arquitecto Reynaldo Merlino.
«¿Hará falta decir que, en vista de nuestra variada condición de clase,
género, edad, nivel de ingreso o educación, y en virtud de nuestra pertenencia
o no a los estamentos municipales –o del lugar que cada uno ocupa dentro de
ellos-, los miembros de este “colectivo” casi nunca estamos de acuerdo; que la
discusión, más allá de las buenas intenciones, nunca es de igual a igual; que
incluso la posibilidad misma de que la discusión suceda no es algo que podamos
dar por descontado? Porque Ferrowhite, esto también hay que decirlo, no es hijo
del acuerdo espontáneo de sus integrantes, sino el resultado de la constante,
muchas veces ardua negociación de nuestras diferencias. Hay quien piensa que
con conocer con más precisión la historia de este sitio, previniendo así las
generalizaciones apresuradas y los mitos que esas generalizaciones fundan,
alcanza y sobra. Está quien reclama, en cambio, que este museo estatal vale
sobre todo por las intensidades que genera, por la capacidad de transformar al
visitante, aunque sea por un rato, en un artífice. Y la verdad, importa menos
decidir quién tiene razón, que el pequeño milagro de que sigamos trabajando
alrededor de una misma mesa», declaran.
Los colores del día cambian sobre la ría, sobre los pinos y los rosales, el
Dragón de la Casa del Espía enrojece con la última luz, su llama aporta aún más
energía al lugar. Desandar el camino hacia la ciudad, la gente en el puente y
las bicicletas. Se desdibuja atrás la torre enorme del Castillo, que se volverá
a iluminar el 29 con una gran fiesta a las que estamos invitados.

Fiesta de cumpleaños

El sábado 29 Ferrowhite Museo Taller festeja sus 10 años. De 17 a 19 hs. en la
Rambla de Arrieta se realizará un avistaje de aves, se presentará el centro de
interpretación de la Reserva Natural, Bahía Blanca, Bahía Verde, Bahía Falsa y
habrá una milonga con Sergio y Adriana frente a La Casa del Espía. A las 18 a
20 hs., dentro del Museo, habrá serigrafía en vivo, podés traer tu remera,
bolso, trapo y te lo llevás con un cangrejo encima. Se habilitará la visita a
la Maqueta Ferrocarril Pago Chico, subiendo la escalera sobre el salón
principal. La trova, balada y bolero dirá presente con el taller de Canto de la
Siempre Verde desde las 19 hs. A la noche, llegará el brindis, Jazz francés por
Los Swing y tangazos de la voz de Sarita Cappelletti y Rosana Soler. Sobre
medianoche, habrá una incursión por los exteriores de la Usina, esta
visualización colectiva invita al misterio y las leyendas sobre fantasmas.

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2014-11-24 00:00:00
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