El Festival de Venecia redirá tributo a la trayectoria de un
destacadísimo actor francés.

La 73ª edición del Festival Internacional de Cine de Venecia o simplemente “La
Mostra”, se realizará entre 31 de agosto y 10 de septiembre próximos y aún no
se conoce su programación completa, pero una da las pocas cosas que se saben
con seguridad es que le otorgarán un León
de Oro -emblema de la ciudad y premio mayor de la muestra- al francés Jean
Paul Belmondo por sus logros en más de cincuenta años de carrera como actor.
Alberto Barbera, el director del festival, dijo al respecto: “Gracias a su
rostro fascinante, carisma irresistible y extraordinaria versatilidad interpretó
roles en dramas, aventuras y comedias, haciendo de él una estrella universalmente
respetada tanto por su relación con directores comprometidos como por el cine
pasatista.”
Una síntesis acertada, que merece una larga adenda: Jean-Paul Belmondo nació en
1933 in Neuilly-sur-Seine, hijo de un escultor descendiente de italianos y una
pintora francesa y vivió una infancia con apreturas y sobresaltos durante la
Segunda Guerra Mundial, pero llegó a la adolescencia fascinado por igual por el
deporte y el teatro.
A los 17 se fue a estudiar al Conservatorio Raymond Girard de Paris y poco después
se subía a las tablas, aunque no sería hasta su debut cinematográfico en 1957 cuando
llegaría la oportunidad de colaborar con grandes directores y saltar a la fama.

De hecho Jean-Luc Godard fue quien hizo una crítica dura de una de sus películas
en Cahiers
du Cinemá pero destacó su trabajo y le dio el protagónico de Sin aliento (1960), uno de los films más
emblemáticos en sus respectivas carreras y clásico de la renovadora Nouvelle
Vague.
 Rápidamente se convirtió en favorito del
público llevando millones de espectadores a las salas en un recorrido con más
altas que bajas en el que fue elegido por Godard, Chabrol, Truffaut, Sautet,
Resnais, pero también hizo larga lista de films de acción -hasta bien entrado
en la sesentena insistió en no usar dobles de riesgo- y comedias taquilleros.
En 2015, tras varios años de luchar con las secuelas de un ACV anunció su
retiro, legando entre otros títulos inolvidables: el romance trágico de Sin aliento; Un mono en invierno (Henri Verneuil; 1962) en dupla con Jean Gabin;
Morir matando (Jean-Pierre Melville;
1962), un policial negro sobre una investigación encubierta; Pierrot el loco (Jean-Luc Godard; 1965),
una anárquica huida hacia el Mediterráneo; La
sirena del Mississippi (François Truffaut; 1969), entre la pasión y el
crimen con Catherine Deneuve; El
profesional (Georges Lautner; 1981), uno de sus films de acción más
recordados o El imperio del león (Claude
Lelouch; 1988), con el que ganó un César.
Su rostro sigue tostado por el sol y su sonrisa tan ancha como cuando lo
llamaban “el feo más bello del mundo” y merece los tributos y la revisión de
sus films.