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Soleados
Un puñado de títulos cinematográficos para recibir a la estación que se tiene por la más bella del año.
Categoría: Cine

Un puñado de títulos cinematográficos para
recibir a la estación que se tiene por la más bella del año.

Definitivamente las buenas películas son para cualquier época del año o
deberían serlo, pero al llegar septiembre y los primeros anuncios de la primavera
en los días algo más largos y tibios hay un impulso hacia la claridad y un deseo
de dejar atrás las oscuridades del invierno.
Como espectadores eso se traslada a lo queremos encontrar en las pantallas cercanas
de smartphones, tablets o televisores, algo que sin ser pasatista sea más
amable que la realidad cotidiana.
No se trata de ese cine con temática acorde, que suele asociarse con la
efervescencia de las hormonas juveniles y títulos como el argentino Fiebre de primavera (Enrique Carreras;
1965) -con medio “Club del Clan” en el reparto- o el playero Spring Break (Sean S. Cunningham; 1983)
-que por estos pagos se distribuyó como Primavera
en la piel
– bastante obvios en general, aunque algunos se rescaten a fuerza
de nostalgia.
La categoría de film primaveral debería incluir a aquellos que tienen la
capacidad trasuntar un par de horas en “la vereda del sol” o que muestran la renovación
del ciclo vital.
Como ejemplo arbitrario, cinco títulos presentados no en orden jerárquico sino
cronológico y relativamente fáciles de encontrar tanto en las viejas programaciones
de cable o ediciones en DVD, como en los cada vez más populares servicios de streaming
en línea:
Emma (Douglas McGrath; UK, USA- 1996),
sobre la chica del título que con apenas veinte años se lanza a armar y
desarmar parejas a su alrededor como si fuera una experimentada casamentera y provoca
malentendidos y conflictos varios.
Una entre las tantísimas versiones de la novela homónima de Jane Austen, pero que
además de ofrecer una ambientación muy cuidada y una inspirada y jovencísima
Gwynette Paltrow en uno de sus primeros protagónicos, transmite la sutil chispa
irónica de la escritora para reflejar a la sociedad rural inglesa del siglo XIX
de la que era parte y víctima como todas las mujeres de esa época.
Tienes un email (Nora Ephron; USA- 1998),
casi cualquiera de las comedias de Nora Ephron tiene un aura primaveral y podría
entrar en esta lista y de verdad se la extraña porque sabía cómo hacerlas.
Brillan en particular las protagonizadas por Meg Ryan y si bien Cuando Harry conoció a Sally (1989) o Sintonía de amor (1993) servirían a los
efectos de probarlo, esta tiene el plus de Tom Hanks en modo galán; a New York antes
del atentado del 9/11 y a Internet jugando uno de sus primeros roles destacados.

En realidad es la segunda versión cinematográfica de una obra teatral con trama
epistolar, donde dos desconocidos se enamoran a través de un intercambio de cartas
que la tecnología cercana al nuevo milenio convirtió en correos electrónicos,
Amelie (Jean-Pierre Jeunet; Francia,
Alemania- 2001), una comedia fantasiosa sobre una suerte de heroína tímida -interpretada
por Audrey Tautou- que busca crear armonía a su alrededor y es recompensada con
una cierta armonía en la propia.
Concebida con los colores fuertes y los toques fantásticos que caracterizan el
estilo de su director, que hasta logró convertir a los duendes de jardín en
algo simpático.
Cuento de primavera (Éric Rohmer;
Francia-1990), primera entrega de la deliciosa tetralogía conocida como Cuentos de las cuatro estaciones de
Rohmer.
La típica trama enredosa y los mismos personajes queribles que caracterizan la
obra del director francés, desarrollada en un aparentemente tranquilo fin de
semana en el campo al que no le faltarán un par de pequeñas intrigas.
Y por último Una pastelería en Tokio
(Naomi Kawase; Japón, Francia, Alemania- 2015), una tierna comedia melodramática
con algunos de sus mejores planos dedicados a los sakura o cerezos en flor, el símbolo
de la belleza y la fugacidad de la existencia al que la sociedad nipona dedica festivales
y celebraciones multitudinarias.
Una de las pocas realizaciones de la premiadísima directora japonesa, que se
estrenó comercialmente en el país, aunque lo hiciera recién en agosto de este año
y apenas se distribuyera fuera de la ciudad de Buenos Aires.
Sus protagonistas excluyentes son tres solitarios.
El amargado vendedor de dorayakis -un pastelito relleno con mermelada de poroto
aduki muy apreciado en todo oriente- que hace lo que puede para llevar adelante
su pequeño puesto; la ancianita que prueba uno, lo critica con amabilidad y
propone enseñarle los secretos de la golosina y la estudiante de secundario que
busca el amparo de su compañía.
Al principio el hombre se niega, pero finalmente le da una oportunidad y queda
asombrado por la maestría y el sabor que logra la anciana -irrepetible Kirin
Kiki- armando una suerte de sociedad amistosa, hasta que algo sale a la luz
para romper el encanto, aunque al final deje una lección de supervivencia y
amor.

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2018-10-02 00:00:00
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