Finalmente, Damián Szifrón estrenó su tercer opus tras nueve años de ausencia
de la pantalla grande. Lapso en que hizo algo de televisión y desarrolló nuevos
guiones, varios de los cuales integran este largo de estructura episódica, coproducido
por El deseo de Agustín y Pedro
Almodóvar y distribuido por Warner Bros.
Seis historias con diferentes locaciones, duración y elenco, pero unidas por un
clima de tensión creciente, alguna forma de violencia -verbal, física,
personal, social- y humor negrísimo a la manera de la vieja serie Alfred Hitchcock presenta (1955-62).
El primer episodio precede a los créditos a modo de breve prólogo y transcurre en un avión en vuelo. Le suceden un mal encuentro en un
modesto restaurant; un duelo automovilístico en medio del bellísimo paisaje
salteño cercano a Cafayate; los efectos de la sobreexposición a la burocracia en
un ingeniero en demoliciones; las inesperadas derivaciones de un trágico
atropellamiento y un final entre el grotesco argentino y la más desaforada
comedia all`italiana en un banquete de bodas.
Imposible contar más sin revelar demasiado, baste decir que hay una progresión
en la intensidad dramática de las historias, hasta la de cierre que hace un
pequeñísimo espacio a la esperanza.
La presunción de que los film episódicos son desparejos se cumple, aunque cada
parte tiene coherencia interna e intérpretes clave: Grandinetti, Cortese, Sbaraglia,
Darín, Martínez y Rivas, que captan la atención de inmediato y mitigan algún
exceso -escatológico, de sangre, de vueltas- y alguna falta -de originalidad
argumental o nivel actoral en varias actuaciones secundarias-.
Los lujos están en la estética y el despliegue técnico. Fotografía, sonido,
música, efectos visuales -especialmente los del episodio de Ricardo Darín-,
movimientos de cámara y encuadres lucidos y funcionales a cada historia y
personaje.
Y puede verse sólo como un film terroríficamente gracioso o leer las entrelíneas.
La obvia a la realidad argentina repetida en tantas reseñas y la ambiciosa
sobre la condición humana -adelantada en el título, los créditos de apertura y los
“detalles animales” de la escenografía-, que remite a la facilidad con que la
bestia rompe nuestra delgada capa de humanidad.
Una invitación a la carcajada nerviosa y las preguntas éticas, que en sus
primeros cuatro días de exhibición fue aceptada por casi 450.000 espectadores.


Dirección y guión: Damián Szifrón
Fotografía: Javier Julia
Música: Gustavo Santaolalla
Origen: Argentina, España – 2014
Calificación: Sólo apta para
mayores de 16 años
Intérpretes: Érica Rivas,
Leonardo Sbaraglia, Ricardo Darín, Oscar Martínez.