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Patriarcado
Categoría: Opinión

Abrir un diario o una página web para buscar información y conocer la realidad en la que vivimos puede ser un error que se paga con ignorancia.
En las últimas semanas los casos de muertes por monóxido de carbono habrían sido lo más truculento que hubiera abastecido las necesidades de “noticias” de los medios locales a no ser por la racha de crímenes en donde el asesino no fue el silencioso monóxido.
Repasemos algunos titulares locales tomados de diversos medios y formatos (radio, TV, gráfica, web):
● Drama pasional: Acuchilló a su mujer y luego se mató
● Drama pasional: un hombre mató a su pareja porque “no le gusta discutir”
● Drama pasional en Viamonte al 2900
● Mató a su mujer luego de una acalorada discusión
● Dos personas heridas en una pelea pasional
● Crimen pasional en Villa Cerrito: un hombre mató a su mujer y se suicidó con el mismo cuchillo

Todos los crímenes tuvieron como víctimas a mujeres asesinadas a escopetazos o cuchillazos por hombres en la ciudad. Alguno que otro tuvo la “cortesía” de matarse luego, como es poco habitual. Por supuesto, hay más datos escabrosos y chismes de barrio en los textos de las notas y a eso hay que anexarle algunos comentarios agresivos y chistes sexistas -en el caso de páginas web- que los editores de esos medios se encargan de no eliminar para seguir haciendo andar la rueda del show.

Desde la agrupación Acciones Feministas se envió a todos los medios de comunicación un oportuno y educativo comunicado: “Solicitamos a los medios de comunicación poner en conocimiento de la sociedad bahiense la situación de violencia que padecen las mujeres. Y además pedimos encarecidamente que estos casos no se denominen más como ‘crímenes o dramas pasionales’ (que encubren el verdadero origen de los mismos) sino que los llamen por su verdadero nombre”.

El verdadero término al que se refieren es FEMICIDIO.
Un término acuñado hacia 1990 y que refiere a aquellos asesinatos de mujeres perpetrados por hombres, hechos motivados por desprecio, placer, odio o sentido de propiedad sobre esas mujeres. Se mata a la mujer con el fin de controlarla, ya que para su asesino es un objeto de pertenencia, se cree dueño de ella y con derecho a disponer de su vida.
Este término se inscribe en el extremo de lo que se conoce como VIOLENCIA DE GÉNERO o VIOLENCIA CONTRA LA MUJER, que es aquella violencia que se ejerce contra las mujeres por su condición de mujer.
Es necesario nombrar a las cosas por su nombre. Es un FEMICIDIO y no un crimen pasional, ese que desde la prensa se acostumbra a calificar como “drama pasional”, cuando no acercarlo a cuestiones de “celos” o “problemas de pareja”. Sin nombrar a estos crímenes como lo que son, se logra naturalizar y esconder las situaciones de violencia a las que son sometidas las mujeres cotidianamente (violencia doméstica, familiar, laboral, sexual, psicológica).
La violencia de género la podemos entender como las maneras a través de las que se intenta perpetuar un sistema de subordinación impuesto por la cultura patriarcal dominante.
De eso poco y nada se habla: del PATRIARCADO; de ese sistema de relaciones sociales que se basan en la opresión y dominación de las mujeres.
Históricamente, es el sistema básico de dominación, el que más ha durado y el que menos registramos en lo cotidiano.
Por ejemplo, podemos descubrirlo en las costumbres y usos de nuestra cultura y sus tradiciones (fiesta de 15 años o de “presentación”, casarse de blanco, cambio del apellido propio por el del marido “señora de”…), en los estereotipos (el ama de casa, el hombre proveedor, el macho, la buena madre y esposa, la mantenida, la familia tipo), en los prejuicios (las mujeres son unas histéricas -por referir solo uno-) y en los roles por género que se han mostrado históricamente como “naturales” o “normales” (las tareas domésticas se distribuyen según el género en un hogar: “él ayuda y saca la basura” o “limpia el patio; “ella cocina, lava la ropa y los platos, cuida a los familiares, asiste a las reuniones de la escuela, limpia el baño que usan”; o en algo más coyuntural: en la resistencia de la cultura al matrimonio igualitario).

Esta dominación que fue y es siempre individual y colectiva, puede darse a través de medios pacíficos o con violencia.
Es indispensable hablar del patriarcado para llegar a visualizar y entender el concepto de violencia de género y el femicidio como tal. Únicamente así se puede comprender que es sobre esas prácticas del patriarcado dominante que una persona, una mujer, pueda ser violentada, insultada, usada, maltratada y desechada, como si fuera una cosa.

Bahía Blanca tiene una lista larga de nombres de mujeres víctimas del femicidio, entre otras: Viviana Aguilera, Irina Laura Montoya y María Dolores Sánchez (las mochileras), Luciana Moretti, Daiana Méndez, Jessica Beatriz Elías, Ruth Evangelina Utriera. Es a esta lista que se le sumaron las vidas arrancadas de Luisa Peralta y María Luisa Montagna.
Bastan sus nombres, sus historias y sus finales para ver lo que está ante nuestros ojos: el dominio naturalizado del patriarcado. Y una vez que se lo ve, sea uno mujer o no, es absurdo negarlo y es imposible no querer cambiar la historia.

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2010-07-31 00:00:00
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