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Los responsables impunes
Damián Loreti, Hugo Cañón, Miguel Palazzani y Diego Martínez participaron de la presentación en Bahía Blanca del libro "Cuentas Pendientes - Los complices conómicos de la dictadura" de Horacio Verbitsky y Juan Pablo Bohoslavsky. Compartimos aquí la exposición del periodista Diego Martínez.
Categoría: Derechos Humanos

Damián Loreti, Hugo Cañón, Miguel Palazzani
y Diego Martínez participaron de la presentación en Bahía Blanca del libro
«Cuentas Pendientes – Los complices conómicos de la dictadura» de
Horacio Verbitsky y Juan Pablo Bohoslavsky. Compartimos aquí la exposición del
periodista Diego Martínez.

Una presentación de un libro sin sus autores suena rara sin embargo también
puede resultar atractiva, convocante e interesante. Y así lo demostró Bahía
Blanca ya que minutos después de una audiencia del segundo juicio a los
represores del 5 de noviembre, se realizó en la misma Aula Magna de la UNS, la
presentación del libro «Cuentas Pendientes – Los cómplices económicos de
la dictadura» de Horacio Verbitsky y Juan Pablo Bohoslavsky. Ellos no
estuvieron pero sí se hicieron presentes un grupo de especialistas en la
temática que plantearon una charla que cautivó a quienes asitieron a Colón 80.
Fueron parte del panel de expositores el doctor Hugo Cañón, el periodista Diego
Martínez, el fiscal Miguel Palazzani y el abogado y doctor en Comunicación,
Damián Loreti.
Todos ellos dieron su parecer y contaron de alguna manera de qué trata el libro
y con qué nos podemos encontrar al leerlo.
A lo largo de las siguientes ediciones de EcoDias estaremos presentando las
palabras de cada uno de los panelistas durante la presentación. Hoy empezamos
por el periodista, trabajador del diario Página 12, Diego Martínez quien
destacó que el evento se haya realizado en dependencias de la UNS: «Tengo
muy presente que hasta hace muy poco tiempo la universidad del Sur tenía en sus
filas a alguien que hoy está imputado, el abogado Hugo Mario Sierra. También
tengo presente que tiene personas como el doctor Montezanti, personal civil de
Inteligencia del Ejército durante la dictadura militar en sus filas con lo cual
me parece que es un hecho muy significativo que la universidad del Sur presente
este libro que además le dedica un espacio importante cuando habla de los
medios al rol de La Nueva Provincia».
Semanas atrás, Martínez fue parte del segundo juicio a los represores ya que
fue llamado a declarar como testigo por sus investigaciones periodísticas sobre
el Terrorismo de Estado en Bahía Blanca. También, en ocasiones partícipa del
juicio cubriendo sus alternativas: «Tuve en este mismo escenario, en este
mismo lugar la posibilidad de declarar como testigo y hace un ratito de
escuchar el alegato de Mónica Fernández Avello en el que describía muchas
cosas. Hablaba de la cuestión económica pero también una descripción tremenda
de lo que fueron las torturas en La Escuelita. En esa segunda fila había
sentados seis imputados, entre ellos algunos que fueron guardias de La
Escuelita y también me parece muy saludable que ahora estemos hablando no de
ese que fue el último eslabón del Terrorismo de Estado si se quiere, los
guardias que tenían contacto directo con los secuestrados, sino de los
cómplices o los partícipes. El libro se refiere en algunos fragmentos a que la
complicidad es más importante a veces que la autoría, por eso me parece muy
importante que estemos hablando acá de este tema porque claramente no es un
tema del pasado sino del presente así que celebro esas dos cosas».
Para Martínez «Cuentas Pendientes…» es un libro que refiere ante
todo a la impunidad: «Muchas veces hablamos de la impunidad, de todo lo
que falta juzgar. O sea al día de hoy hay 430 condenados más o menos, hay más
de 1000 procesados, hay 45 absueltos creo, dato que también es muy
significativo porque demuestran cómo se hacen estos juicios y que todos tienen
garantías de poder probar su inocencia. Pero también por supuesto que
cualquiera que conozca las dimensiones de lo que fue el Terrorismo de Estado,
de lo que fue el aparato del Estado militar, Gendarmería, Prefectura, fuerzas
de seguridad, agentes civiles de Inteligencia, de la enorme dimensión de todo
ese aparato puesto al servicio de un plan macabro que derivó en miles de
desapariciones, sabemos que aún siendo la Argentina un ejemplo de juzgamiento,
seguimos juzgando a una porción minoritaria».
Este dato no es casual, señaló, ya que tiene que ver por supuesto con las tres
décadas en que se demoró el empezar a juzgar a los genocidas: «Este libro
no habla de esa impunidad en particular, de los autores materiales, habla de
otra impunidad de los cómplices civiles, habla de los cómplices económicos. Yo
creo que acá hay distintos tipos de complicidad no solo económica…Y es un libro
que es una obra colectiva…escriben juristas, economistas, sociólogos,
periodistas, por momentos es un libro que está escrito en distintos tonos diría
yo, en distintos vocabularios pero que todos la verdad son muy interesantes. A
mi personalmente, a pesar de que hace muchos años que trabajo en estos temas de
Terrorismo de Estado la verdad que vienen bien para pensar porque uno muchas
veces tiene claros los hechos pero le viene bien leer un texto jurídico para
poder conceptualizar y darse cuenta que ciertas cosas también se pueden
juzgar».
En sus investigaciones Martínez se caracteriza por el trabajo dedicado a
dilucidar el rol y la responsabilidad de La Nueva Provincia durante la
dictadura. Aún así comentó: «Yo hasta hace dos, tres, cuatro años, tenía
claro el rol de La Nueva Provincia pero digo hasta que Miguel (Palazzani), José
Nebbia se pusieron a trabajar, Abel Córdoba o hasta que este Tribunal Oral que
hasta hace un ratito estaba sentado acá dijo que había que investigar la
participación de los directivos de La Nueva Provincia, es como que a uno le
cuesta a veces entender hasta dónde puede llegar la justicia o hasta dónde debe
llegar la justicia».
En ese sentido valoró todo lo logrado recientemente para vencer la impunidad:
«Los avances de estos últimos años, la sentencia de este tribunal, la
acusación del ministerio público y este libro en gran medida me parece que son
útiles para eso, son útiles para entender para qué tiene que servir la
justicia. No solo para condenar a un guardia de un centro clandestino sino
también al director de un diario que no es cómplice, es partícipe del
Terrorismo de Estado. Partícipe con una responsabilidad mucho mayor que muchos
de los ejecutores del Terrorismo de Estado».
Adentrándose en casos mencionados en el libro, Martínez citó algunos como los
de Ford y Mercedes Benz «son muy pocos los que al día de hoy están
judicializados y se han logrado avances significativos. Ford es un ejemplo, se
que hace pocos días la Cámara confirmó incluso estos tres procesamientos de los
gerentes. La causa del ingenio Ledesma también se logró avanzar, está
procesado, también con procesamiento confirmado Pedro Blaquier y Lemos creo que
también era el gerente de personal del ingenio. En Jujuy costó además una
enormidad por el Poder Judicial de esa provincia, la movilización social fue
central para que finalmente se pudiera destrabar, que entrara un juez que
garantizara independencia y se animara a enfrentar a los factores de poder
locales, cosa que acá todavía lamentablemente no existió, no pasó. Pero quiero
decir, son pocos los casos de los muchos que se mencionan acá, muchos se
mencionan a partir de estudios hechos más bien desde el ámbito académico. Todo
lo que es la complicidad de SMATA de José Rodríguez, trabajos de Victoria
Basualdo, de Eduardo Basualdo pero me parece que es interesante leer los casos
que se mencionan acá para darse cuenta de todo lo que recién está empezando a
avanzar judicialmente y de todo lo que se puede llegar a hacer si la justicia
está a la altura de las circunstancias y a la altura de esta historia».
Otro dato importante apuntado por el periodista «y que me pareció
significativo y esto tiene que ver sí con el tema más específico del libro,
cuando habla de cómplices económicos y es cómo se beneficiaron económicamente.
O sea el autor cuenta como Acindar termina absolviendo a todas las firmas que
competían con ellos hasta antes del Golpe de Estado. Ahí ya entramos en otra
dimensión, la del beneficio económico directo no solo por haber matado a dos
delegados como acá que eso por supuesto puso un freno a lo que es la
organización gremial de los trabajadores, sino directamente de quedarse con
otras empresas que eran competencia hasta antes del Terrorismo de Estado.
Volviendo al caso Ingenio Ledesma, de allí surge algo interesante como es la
confusión y superposición entre la esfera privada y la pública: «Había una
sección de Gendarmería dentro del ingenio, un ingenio que está a 160 kilómetros
de la frontera con lo cual en teoría Gendarmería no tenía nada que hacer ahí. Y
también está el caso que es clave para llegar a imputar a Blaquier que es el
uso de las camionetas en los secuestros».

La historia que nos toca más de cerca
En «Cuentas Pendientes…», se observa el rol de los medios y el
papel de La Nueva Provincia. Al respecto, Martínez explicó: «Yo para
hablar de La Nueva Provincia voy a referirme a un capítulo que a mi por lo
menos me resultó muy útil y es el que habla de un estudio ordenado por la
Comisión Internacional de Juristas que formó un panel de expertos sobre
complicidad empresarial en crímenes internacionales en el año 2009».
El capítulo en cuestión recuerda que en el juicio de Nüremberg se condenó a las
empresas y se destacó la responsabilidad de las mismas en un genocidio.
Menciona así el caso puntual de quien suministraba gas venenoso para los campos
de concentración: «Cuando se enumeran los avances que hubo sobre la
participación de las empresas, en muchos casos por comisiones de la verdad, se
refiere entre otras cosas a las empresas que dan información a los gobiernos para
detener y torturar a sindicalistas. Estamos hablando de Bahía Blanca, estamos
hablando de La Nueva Provincia. Dice algo que es muy interesante que es que las
violaciones de los derechos humanos no cambiaron, esto es del año 2009, sino
que cambió la insistencia de las víctimas».
De esa insistencia, para Martínez, Argentina es un claro ejemplo de lo que fue
la insistencia de las víctimas, los organismos de Derechos Humanos, las Madres,
las Abuelas: «Acá hay compañeros, está Eduardo Hidalgo, las compañeras de
HIJOS. Y en el caso de La Nueva Provincia uno lee la insistencia de las
víctimas y a mi me viene a la mente Jorge Manuel Molina que fue el compañero de
Heinrich y Loyola; que yo cuando me enteré de Heinrich y Loyola, Molina ya
había publicado me acuerdo una revistita en el año 97 creo. Y es el día de hoy
que uno mira para atrás y se encuentra siempre con fotos de Molina con la hija
de Loyola haciendo actos frente a La Nueva Provincia… De eso hablamos cuando
hablamos de lo que era la insistencia solitaria de las víctimas durante muchos
años. Y hoy es muy distinto y uno camina por Bahía, recuerdo haber caminado por
la universidad del Sur y veía los stencils en el piso de “La Nueva Provincia,
las páginas están manchadas con sangre” y eso habla de un clima de época que
claramente es muy gratificante y muy importante».
Siempre que mencionamos el papel del diario local durante el Terrosimo de
Estado hablamos de complicidad. Sin embargo, Martínez refirió que complicidad
tiene un significado mucho más restringido que participación: «No es un
rol que se acotó a la dictadura o a los años posteriores sino que se sigue
prolongando hasta el día de hoy».
Por su trabajo, el periodista se entrevistó con varios represores. Uno de ellos
fue el capitán Oscar Castro: «Lo fui a entrevistar porque es un caso muy
particular, es un marino que tiene dos hijos desaparecidos y fue uno de los
jefes de grupos de tareas acá. Va a ser juzgado seguramente el año que viene
acá y era una persona cercana a Mendía y me acuerdo que este marino en un
momento me dijo “esa mujer venía a Puerto Belgrano directamente a incitar a
Mendía a tomar el poder, a embalarlo”. Esa mujer no era otra que Diana Julio de
Massot.
«En junio del 76 para mi hay una editorial que es clave de La Nueva
Provincia porque cuando uno hace una lectura fina del diario se encuentra con
que existió en determinado momento cierta esperanza de que hubiera algún
simulacro de proceso judicial. Ellos sacan alguna editorial diciendo que
funcionan en el país Consejos de Guerra que en promedio dictaban penas de cinco
años de prisión. Advierten de la inutilidad de una ley generosa y muy poco
ejemplificadora, cinco años de prisión para ellos era muy poco. Y manifiestan
como empresa su singular interés en el nuevo criterio de la justicia
revolucionaria que estudia el gobierno nacional. Esto es junio del 76, es como
que tienen esperanzas en que eso que se está debatiendo, que ellos sabían que
se estaba debatiendo supuestamente dentro de la junta militar, tienen interés
en cómo se va a aplicar. Yo me imagino que esto debiera ser paralelo a los
reproches de «cagones» que decían en privado».
Siguiendo con ese repaso de notas y editoriales, Martínez se refirió a una
serie de artículos que se tituló «Qué pasa en Bahía Blanca, radiografía de
la subversión»: «Aclaran que el material fue extraído de la realidad
sin precisar las fuentes. Dice «es posible que los continuos éxitos de la
acción militar hagan pensar que la amenaza subversiva se está debilitando y eso
es un error. El enemigo deja de serlo solo cuando está derrotado total y
definitivamente». Y ahí apuntan que durante los procedimientos, o sea
durante los secuestros encuentran libretas y apuntes con detalles de tales
cosas que obviamente lo que muestra este dato es que ellos tenían acceso y
conocían a quiénes secuestraban, qué encontraban y supuestamente qué decían las
libretas».
En el tercero de esos artículos surge un aspecto interesante sobre la
concepción que tenía el diario: «Dice que la subversión en ese momento
realizaba acciones esporádicas que contribuyen a crear la idea de una presencia
y la preparación de combatientes en actos menores: una bomba, un ataque a una
empresa, una pintada de paredes. Constituyen sus lineas de actuación por el
momento. Estos anónimos que colocan bombas y distribuyen panfletos están solos
y solo tienen en común con aquel guerrillero, venían hablando del Che Guevara,
su destino inevitable, la muerte. En una oración La Nueva Provincia está
asociando pintadas en paredes y panfletos con el destino inevitable, la
muerte».

Fuentes «periodísticas»
Por lo dicho Martínez concluye en un dato estremecedor que es que en Bahía
Blanca las fuentes de La Nueva Provincia eran los torturadores «por eso
tenían la información que tenían y por eso podían publicar al margen de los
comunicados oficiales las fotos, por eso podían publicar esa radiografía de la
subversión diciendo qué supuestamente decían las libretas de los
secuestrados».
Con La Nueva Provincia también se puede hablar de la relación entre lo público
y lo privado ya que en el año 1973 el diario era custodiado por el Ejército
que, claro, era pagado por el Estado: «Y el otro caso que quiero mencionar
es el del comisario Ramos, asesinado en marzo del 75 por Montoneros, que en un
comunicado que por supuesto La Nueva Provincia nunca publicó, se lo caracteriza
como el mayor torturador que conoció esta ciudad. Era el jefe de Seguridad del
diario, La Nueva Provincia no publicó ni una cosa ni la otra. Ni el comunicado
diciendo que era el mayor torturador de la ciudad ni tampoco que era el jefe de
Seguridad de la empresa. En el informe de Prefectura, en el borrador mejor
dicho se menciona a Ramos como quien había iniciado la labor de esclarecimiento
sobre el sabotaje que después va a continuar Prefectura y que va a derivar en
la orden de ralear a Heinrich y Loyola».
«El derecho no es indiferente al silencio de las empresas, se interpretará
como aprobación y como estímulo moral, dicen estos expertos y nombran como
agravante la relación cercana a las víctimas. acá las víctimas eran dos
delegados gremiales, era gente que trabajaba dentro de la empresa y el silencio
sobre los secuestros también es muy conocido».
Al final de su exposición, Martínez señaló: «Calificar al autor de un
delito como cómplice y no como autor principal conforme al derecho
internacional, no reduce la responsabilidad legal. De hecho el principal
objetivo de los tribunales penales internacionales desde Nüremberg no ha sido
enjuiciar a los autores directos del delitos como los ejecutores, los
torturadores y los violadores que hasta hace un ratito estaban sentados acá.
Sino a aquellos que concibieron, lideraron, controlaron o facilitaron las
acciones de los perpetradores. La responsabilidad de los cooperadores puede ser
incluso mayor que la del autor principal que cometió el delito en forma
directa. De esto habla este libro, está hablando del presente nuestro. Nos está
aportando para que entendamos que tenemos que seguir avanzando. Hoy
afortunadamente no estamos hablando en abstracto, por ahí tres o cuatro años
atrás La Nueva Provincia, yo lo dije al principio, hasta a mi por ahí me
costaba pensar cómo podía ser una imputación penal. Hoy viendo el trabajo del
Ministerio Público eso es mucho más claro y la Cámara Federal de Bahía Blanca
tendrá la palabra sobre ese tema».
Vaya cosa del destino, lo que parecía imposible en esta ciudad finalmente
ocurrió. Días después de la presentación del libro, la Cámara Federal de Bahía
Blanca resolvió que Vicente Massot, director del diario La Nueva Provincia, sea
llamado a declarar como imputado por participación durante el Terrorismo de
Estado y por los asesinatos de los obreros gráficos del diario Enrique Heinrich
y Miguel Ángel Loyola. Todo llega…

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2013-11-25 20:05:00
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