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Historias de Mar del Plata
Alberto Jorge Pellegrini y José Ángel Nicoló fueron víctimas de la dictadura militar y pudieron dejar testimonio en el juicio contra represores que se está haciendo en Bahía Blanca.
Categoría: Derechos Humanos

Alberto Jorge
Pellegrini y José Ángel Nicoló fueron víctimas de la dictadura militar y
pudieron dejar testimonio en el juicio contra represores que se está haciendo
en Bahía Blanca.

Alberto Jorge Pellegrini es uno de los tantos testigos que prestó testimonio en
el tercer juicio contra represores acusados por crímenes de lesa humanidad. Su
declaración la hizo mediante el sistema de video conferencia desde la ciudad de
Mar del Plata el miércoles 29 de octubre de 2014.
Pellegrini tiene 59 años, es nacido en la localidad de Pehuajó, vive en Mar del
Plata desde hace tiempo y trabaja como empleado del Ministerio de Salud de la
provincia de Buenos Aires.
La primera pregunta que se le realizó desde la fiscalía a Pellegrini fue en
relación a si conoció a la pareja conformada por Laura Susana Martinelli y
Carlos Oliva a quienes efectivamente conocía allá por el año 1976 por amigos de
la militancia política: “No tuve nunca una amistad con ellos pero sí frecuentábamos
algunos lugares en que nos encontrábamos tanto en el ámbito universitario como
en algunas reuniones sociales”.
En julio de ese año, Pellegrini vivía con su novia y se entera que Oliva,
Martinelli y la pequeña bebé de ambos necesitaban con urgencia un lugar para
alojarse ya que estaban siendo perseguidos políticamente: “En esas
circunstancias les ofrezco una casa de mi propiedad que es donde actualmente
habito. En ese momento era una construcción bastante precaria pero tenía en
funcionamiento junto con mi compañera un taller textil. La usábamos solamente
de día esa casa y es así como aproximadamente el 20 de julio Oliva y Martinelli
junto con su hija se van a vivir a esta casa”.
Mientras Oliva iba y venía de la casa a otros lugares, su compañera y su hija
permanecían en la casa. Según Pellegrini a partir de ahí la relación entre
ambas parejas se hizo más estrecha sobre todo por la presencia de la nena.
El día 5 de agosto Laura Susana Martinelli estaba muy nerviosa porque Carlos no
llegaba. Por su parte, la novia de Pellegrini debía dirigirse al centro de Mar
del Plata para asistir a un curso que estaba haciendo en ese momento, sin
embargo primero dijo que no iba a ir: “Hasta que no sé por qué se le ocurrió
diez minutos antes de la 1 decir “llevame porque voy a ir al curso”.
Inmediatamente me paro y nos fuimos con el auto”.
A la vuelta y ya llegando a la casa, Pellegrini notó movimientos sospechosos y
por eso pasó por la vivienda, siguió de largo, dobló la esquina y estacionó.
La casa estaba siendo allanada y en la puerta había un Renault 12 Break color
mostaza y un Ford Falcon verde: “Había gente con armas largas en la puerta de
mi casa” dijo Pellegrini y agregó que desde la esquina se puso a espiar lo que
estaba ocurriendo. Minutos después caminó una cuadra y se tomó un taxi.
Pellegrini vio la necesidad de alertar a las personas que solían ir a la casa
sobre lo que estaba ocurriendo allí para que no vayan. Así lo hizo y empezó
mandando alguien que vaya y le avise a su novia para que no vuelva a la
vivienda.
Luego de eso, Pellegrini se fue hasta lo de unos amigos de los padres y desde
allí telefoneó a su mamá. En ese momento estaban allanando la casa paterna de
Pellegrini.
Al otro día se pudo ver con su papá quien hizo gestiones con conocidos de la
Base Naval de Mar del Plata ya que cuando la casa de los padres sufrió el
allanamiento, los invasores aconsejaron que Alberto se entregue en la Base y manifestaron
que sabían que no era una persona peligrosa.
Una de las gestiones que hizo Pellegrini padre fue con un primo que casualmente
estuvo presente en el primer allanamiento mencionado: “No me digas que era la
casa de tu hijo…”, se sorprendió el primo quien le comentó: “… yo participé de
ese operativo y cuando tu hijo estaba parado en la esquina lo tuve en la mira del
fusil y justo se movió”.
Fue ese primo quien le dijo que lleve a Alberto a la Base que él le garantizaba
la vida.
Padre e hijo se presentaron en la guardia de entrada de la Base: “Quédese
tranquilo porque lo vamos a tener bien”, le dijeron a Pellegrini padre dos
personas vestidas de civil.
A Alberto lo hicieron pasar por una puerta que daba hacia el ingreso a la Base:
“En cuanto cierran la puerta me ponen una capucha” dijo Pellegrini que antes de
que su vista sea tapada logró ver el mismo Renault que estaba en el
allanamiento a su casa.

El día de los inocentes
A Pellegrini lo metieron en un lugar donde fue sentado en una silla. Quien
lo puso ahí le dijo a otro “Buen trato para este” y se fue. Allí le ataron las
manos y lo acostaron sobre una colchoneta: “Ese día no pasó más nada”.
De esa manera empezó una rutina de aproximadamente 20 días en una silla de
mimbre contra la pared y encapuchado. Durante ese cautiverio reconoció por las
voces a Oliva y Martinelli entre otros conocidos.
Luego de unos veinte días, él y un grupo de secuestrados fueron trasladados
hasta el faro de Mar del Plata donde funcionaba una escuela de suboficiales de
Marina. “Ahí estoy aproximadamente unas dos semanas en condiciones terribles de
cautiverio porque las 24 horas se pasaban sentados en una silla de madera”.
Ese nuevo cautiverio lo pasó con cadenas de metal que ataban sus manos y sus
pies.
Ya en la Base, las cosas habían cambiado porque fue encarcelado en celdas del
tamaño de un colchón en el suelo. No duró mucho allí ya que tanto él y otras
personas en la misma situación fueron llevadas en el piso de un colectivo hacia
otro lugar donde los esperaba un avión.
El vuelo fue bastante largo y al aterrizar es bajado e ingresado en un
colectivo que lo dirigió a un nuevo destino: “En cuanto abro los ojos me doy
cuenta que estoy adentro del camarote de un barco”. Al cerrar la puerta le
dijeron que se podía sacar la capucha. A Alberto Pellegrini lo tuvieron ahí
hasta que lo dejaron libre el día 28 de diciembre de 1976.

La ciudad no feliz
José Ángel Nicoló también conoció a la pareja constituida por Laura Susana
Martinelli y Carlos Oliva. Nicoló es jubilado en periodismo, vive en Mar del
Plata y fue otro de los testigos en el actual juicio.
A Martinelli y Oliva los conocía de la época en que militaban en la universidad
y Nicoló también fue víctima de la dictadura ya que el 7 de julio de 1976 fue
detenido por un grupo de tareas en su negocio. Eran unas seis o siete personas
que irrumpieron al local y se llevaron encapuchados tanto a él como a su socio.
Éste último fue soltado a pocas cuadras pero Nicoló fue trasladado a la Base
Naval. Previamente se le preguntó de manera reiterada por un tal Sanjurjo.
Nicoló no sabía de nadie con ese apellido y eso les dijo pero a cambió recibió
varios golpes que le provocaron una herida en la cabeza. Ya en la Base, Nicoló
se dio cuenta que estaba en ella ya que quince días antes había sido liberado
un amigo suyo que le describió el lugar en el que estuvo.
Respecto al tal Sanjurjo, lo buscaban por una imprenta que realizaba papelería
comercial y también publicitaria en un material que era usado por un grupo de
personas que justamente era buscado por los represores, por hacer campaña
contra la dictadura.
Luego de un segundo interrogatorio violento, lo llevaron a lo que sería el
polígono de la base donde fue dejado en el piso junto a otros detenidos.
Al otro día, los secuestrados fueron despertados y derivados a un lugar donde
les dieron de comer y permanecieron durante un tiempo. A Nicoló también le
sacaron fotos y un día él y sus compañeros de cautiverio fueron dirigidos a
unas carpas ubicadas en la playa marplatense. La primera noche Nicoló la pasó
con ropa muy liviana y el frío se hizo sentir de una manera insoportable.
Al aproximarse el 9 de julio y su correspondiente feriado, los represores no se
hicieron presentes en el lugar de detención y desde allí se escuchaban los
actos, las bandas militares y las arengas: “No nos atendieron más hasta el
lunes”.
Terminado el feriado volvió la lastimosa y triste normalidad: “se escuchaban
voces de mando, escuchábamos esos días una avioneta que despegaba
permanentemente. Yo había podido visualizar la baliza del puerto de la Base y
sabía dónde estaba perfectamente”.
El interrogante de Nicoló era la causa que lo llevó hacia allí debido a que su
militancia política era conocida y a que no conocía al mencionado Sanjurjo.
Una noche llegó una persona que se identificó como “el comisario”. Era el
suboficial Racedo quien se llevó a los secuestrados a una posible cuadra
militar, un lugar cerrado, para pasar la noche.
Nicoló se atrevió a pedir hablar con Racedo y así lo hicieron en privado. Su
atrevimiento llegó hasta el hecho de sacarse la capucha ante la sorpresa de
Racedo. Detrás de éste pudo ver el escudo de la Armada.
Esa misma noche Nicoló reconoció entre las víctimas a un muchacho de nombre
Miguel que tenía un apellido de origen vasco, y a una chica llamada Patricia
Molinari.
Fue Patricia la que esa noche le dijo a Miguel que la habían violado con un
fierro y que la habían llevado a un hospital por las hemorragias que tenía.
Los días siguientes transcurrieron en las carpas y en la cuadra militar.
Otro día, Nicoló se dio cuenta que lo habían blanqueado ya que Cesar le alcanzó
un abrigo que supuestamente habían traído sus padres. También le dijo que su
situación estaba más clara, que había posibilidades de libertad o de quedar a
disposición del Poder Ejecutivo Nacional. Finalmente algo de eso se cumplió ya
que días después Cesar lo fue a buscar para dejarlo libre.
Antes de eso le avisaron que no podía irse de Mar del Plata, que en caso de
tener que ausentarse debía pedir autorización a la Base y que en siete días
debía encontrarse con Cesar.

“Ya está”
A la semana, Cesar y Nicoló se juntaron en un conocido café de Mar del
Plata. El represor le preguntó nuevamente por Sanjurjo y obtuvo de Nicoló la
misma respuesta de siempre.
Pero algo iba a cambiar, Cesar le dijo “Sanjurjo Calú”: “Ahí sí se me bajó
la presión porque realmente a Calú lo conocía y me mira y me dice “ya está” “.
Calú era el sobrenombre de Carlos Oliva quien fue secuestrado el 5 de agosto.
La conversación entre Cesar y Nicoló fue antes, el 23 de julio.
Las visitas de Cesar al negocio de Nicoló se hicieron habituales al igual que
cierta vigilancia del lugar hasta que un día, dijo Nicoló, todo terminó.
Al parecer era Oliva quien estaba al frente del grupo que usaba una imprenta y
que era buscado por los represores.

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2014-11-10 00:00:00
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