El respetado director alemán en una reveladora clase magistral, sobre su
modo de ver y hacer cine.

Casi cada día aparecen nuevos festivales cinematográficos, pero pocos logran
posicionarse en el cronograma de realizadores, especialistas y público.
Uno de los que van por buen camino es el Festival
de Cine 4+1 organizado por la Fundación MAPFRE española y varias instituciones
latinoamericanas.
Destaca su estructura de “festival de festivales”, ya que se realiza
simultáneamente en Buenos Aires, Río de Janeiro, Bogotá, Madrid y México; con una
sede principal itinerante, cuatro satélites -de allí su nombre- y se abre al
mundo con una pagina Web en la que se puede ver la selección oficial.
La última edición -tercera desde su lanzamiento- se realizó en noviembre de
2012 con sede en Río de Janeiro; buen nivel de films -de esos que desgraciada
pero corrientemente quedan fuera de la distribución en salas comerciales- y con
uno de sus puntos más altos en la presencia del director muniqués Werner
Herzog.
Su visita no consintió en el típico paseo por la alfombra roja, sino en la
oportunidad de oírlo reflexionar sobre sus más de cuarenta años carrera como autor
cinematográfico y responder preguntas del publico en general y jóvenes que se
inician en la actividad en particular.
Por suerte, internet da la posibilidad de acceder a esas dos horas -aquí: http://www.youtube.com/watch?v=cV5_nDqeRL8
y recordando activar los subtítulos en castellano- cargadas de sus experiencias,
consejos, ética de trabajo y modo de ver la vida.
Quizás las afirmaciones más asombrosas fueron las relativas a su ferviente oposición
a los estudios cinematográficos formales -para él literalmente una
“enfermedad”- y su adhesión a desarrollar una sabiduría de la calle, que
permita enfrentar los desafíos de un rodaje. Pero entre otros, también se
refirió a temas técnicos como la introducción de los protagonistas o la música
en una escena, aspectos de la escritura y la utilización posterior del guión y su
método de montaje.
Intenso recorrido salpicado con segmentos de material propio y ajeno, con
anécdotas personales -infaltables las referidas a su irascible compatriota y
colaborador Klaus Kinski- y algunas bromas.
Un Herzog cercano, que se autodefine como un contador de historias, cuyo fuego
interior lo impulsa a filmar.
Testimonio imperdible para quienes deseen hacer cine o simplemente, pasar del
otro lado de la cámara con un guía de excepción.