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Falla la conciencia
Se generó un brote de triquinosis en Bahía Blanca por consumo de chorizos secos, producto de faena domiciliaria que no cumplía con los controles correspondientes y que provino de un criadero en el cual se constató la presencia de un animal infectado.
Categoría: Salud

Se generó un brote de triquinosis en Bahía Blanca por consumo de chorizos
secos, producto de faena domiciliaria que no cumplía con los controles
correspondientes y que provino de un criadero en el cual se constató la presencia
de un animal infectado.

Hace unas semanas fue noticia en Bahía Blanca el inicio de un brote de
triquinosis que se generó por la ingesta de chorizos secos que fueron producto
de una faena domiciliaria que no cumplía con las condiciones ni con los controles
correspondientes para llevar a cabo esa tarea.
La faena provino de un criadero ubicado en cercanías a Grumbein en el cual se
constató la presencia de un animal infectado con el parásito Trichinella
spiralis. Todo arrancó cuando una persona asistió al Hospital Penna con
síntomas compatibles con triquinosis y el antecedente de haber consumido
productos de una faena casera. Eso ocurrió el fin de semana del 19 y 20 de
septiembre y a raíz de ese caso se llevaron a cabo distintas acciones por parte
de los organismos involucrados en el tema.
EcoDias entrevistó al doctor Guillermo Quevedo, director Ejecutivo de Región
Sanitaria I quien explicó: “Esta faena se había realizado a mediados de agosto
y se había comenzado a consumir a principios de septiembre. Ante la sospecha de
triquinosis se hacen los estudios que corresponden, se diagnóstica triquinosis
en esta persona, se busca la fuente de la enfermedad. El chancho que había sido
sacrificado, había sido adquirido en otro establecimiento supuestamente con un
certificado de un veterinario que constataba que no portaba triquinosis, que no
era padecedor de esta enfermedad. Como la sospecha fuerte y diagnóstico de
triquinosis existía, se realiza un nuevo estudio a través de la red de
laboratorios de SENASA y efectivamente la segunda muestra fue positiva”.
Estas circunstancias derivaron en una alerta sanitaria convocándose a todos
aquellos familiares, amigos y allegados que habían recibido en forma de regalo,
aparentemente, parte de la producción. La idea era y se logró, que esas
personas se presenten en Región Sanitaria I a fin de hacer la denuncia
pertinente mediante el llenado de una ficha epidemiológica: “El primer día ya
habíamos juntado cerca de 50 personas que habían concurrido a la Región para
hacer esta denuncia. La mayoría de ellos que habían consumido el producto,
estuvieron en el hospital Penna para tomar contacto con los médicos asistentes
y determinar de qué forma se iban a estudiar o si era necesario directamente
tratarlos. Digo tratarlos directamente porque cuando existe alta sospecha de
ingesta de un alimento contaminado, el tratamiento precoz es de acción en el
lumen intestinal y es muy efectivo a tal punto que muchos de los pacientes que
reciben el tratamiento en forma oportuna ni siquiera tienen síntomas de la
enfermedad”.
Al jueves siguiente de iniciado el brote, aumentó el número de pacientes y
consultas quedando cuatro internados ese día y dos altas para el viernes
“porque la internación no se produce exclusivamente por los síntomas que
produce la enfermedad en sí sino que puede ser consecuencia de sus síntomas.
Por ejemplo, la diarrea y los vómitos pueden deshidratar a un paciente,
requerir la rehidratación para continuar el tratamiento ambulatorio y eso fue
lo que sucedió con estos dos pacientes dados de alta. Y hasta el viernes se
habían recolectado ciento diecisiete fichas, el viernes se realizó una reunión
con todos aquellos actores vinculados al tema: SENASA, Asuntos Agrarios, la
Secretaría de Salud a través de Bromatología, la Región Sanitaria con sus
diferentes áreas para determinar no solamente si lo que se había hecho era lo
adecuado y corregir si había alguna falencia en el desarrollo de todas las
intervenciones sanitarias sino de acá en más cómo se seguía”.
El total de pacientes se incrementó a 124 y se confeccionó un mapa de
distribución en la ciudad: “Se alertó a través de los medios de la posibilidad
de existencia aún de productos y no hemos tenido más denuncias de ni enfermos
no sospechosos de haber consumido el elemento contaminado”.
En general los síntomas fueron los habituales: diarrea, vómitos, dolor
abdominal, una suerte de gripe, dolores musculares e hinchazón de párpados.
Menos de la mitad de los pacientes recibieron tratamiento debido a que no se
justificaba hacerlo según el protocolo que indica quiénes deben tratarse y
quiénes estudiarse. Al momento de la nota, algunos pacientes estaban en vías de
estudio en los laboratorios de los hospitales Penna y Municipal: “Así que si se
puede considerar un brote: sí es un brote. SI se puede considerar controlado:
al menos estamos con un descenso significativo en la cantidad de consultas,
controlado va a estar cuando no haya más consultas por un tiempo prudencial.
Muchos de los alimentos ya habían sido consumidos otros fueron decomisados y
los chanchos portadores de la enfermedad, interdictados por el SENASA”.

Responsabilidades
Hasta aquí lo que hemos visto son los detalles de la noticia y cómo fue se
fueron sucediendo los acontecimientos. Ahora bien, el doctor Quevedo señaló que
la situación va a estar controlada cuando no haya más consultas y quizás en ese
punto haga falta una reflexión acerca de por qué se viven situaciones como
estas.
La triquinosis es una enfermedad habitual no en Bahía Blanca pero sí en la
región aunque en número de casos mucho menores. Según Quevedo se han dado
brotes en la zona de Coronel Suárez, Guaminí y Pedro Luro “pero con brotes que
no se han extendido de una ocurrencia familiar con pocos pacientes afectados,
diez, doce como máximo. Acá estamos hablando de 120 consultas, no 120 enfermos,
120 contra enfermos pero sí 120 posibles contactos con la enfermedad”.
Consultado sobre dónde radican las fallas, explicó: “Lo principal es la
concientización del productor sobre qué forma llevar adelante una faena
domiciliaria porque si bien la faena domiciliaria no está prohibida sí debemos
considerar algunas cuestiones vinculadas con la preservación de la salud. Y
para eso el chancho cuando está criado en determinadas circunstancias, llámese
no alimentado a maíz sino alimentado con desperdicios, hay muchos restoranes y
muchos productores que los alimentan con sobras de restoranes, deben si o si
hacerse la detección de triquinosis a través de las redes que tiene el SENASA
para realizarlo.
Desde el año 97 y en el año 97 fue el último brote en Bahía Blanca, está
prohibida determinada forma de detección y solamente se considera útil la
digestión y la digestión se hace a través de ácido clorhídrico y ese ácido
clorhídrico debe tener determinada concentración que es al 30 por ciento. Menor
concentración que es la de venta en las ferreterías no tiene la posibilidad de
un falso negativo como ha sucedido en este caso. Entonces ese ácido clorhídrico
solamente lo puede manejar aquella persona que esté inscripta en el SEDRONAR
porque es una sustancia que se utiliza para decantar algunas drogas ilícitas
por lo tanto debe estar inscripta en el SEDRONAR”.
El SENASA es el organismo que cuenta con la red de laboratorios y veterinarios
habilitados para dicha acción: “Entonces, concientizar a la gente de que debe
hacer un diagnóstico adecuado del animal para faenar es la primera
recomendación y diría que es la primera falla que se puede encontrar en el
sistema. La segunda es la costumbre de mucha gente de comprar en la vía pública
productos que no tienen el rótulo, la etiqueta que corresponde para su consumo
con seguridad en el marco de la ley de alimentos”.

Precauciones
Quevedo recomendó atención en todos los alimentos que consumimos en cuanto
a que tengan la habilitación correspondiente para su consumo: “Y no es
infrecuente ver que hay productores locales que venden a veces sus productos en
la vía pública. Si esos productores tienen esa etiqueta que los habilita para
la venta de estos productos porque está constatada su seguridad alimentaria, se
pueden vender. Pero no si no tienen la etiqueta correspondiente”.
En caso de venderse sin la habilitación se caería en un delito contra la salud
pública, contra la ley de reglamentación de alimentos y contra la ley de
SENASA: “Existe la clara necesidad de una concientización y la concientización
también en parte es responsabilidad del Estado que tiene que divulgar cuáles
son las formas en las que se puede transmitir una enfermedad para que los
productores entiendan el riesgo que corren ellos, sus familiares, sus amigos y
en caso de distribuir este producto, aquellos lo adquieran”.
Por un lado la responsabilidad estatal y por el otro la conciencia individual
sobre cómo hacer las cosas para que un alimento no sea riesgoso: “Existe la
divulgación pero evidentemente no todos han llegado a enterarse de cuáles son
las condiciones, razón por la cual siguen produciendo faena casera a veces sin
el análisis que corresponde.
Existe la divulgación pero, insisto, hay creencias populares como que hay
animales salvajes que no padecen la enfermedad cuando son los principales
portadores.
Como puede ser el chancho jabalí, el puma o el zorro y muchas veces el chancho
jabalí como el puma se utilizan para la fabricación de chacinados. Aumenta el
volumen de la producción mezclando un chancho casero con un chancho jabalí,
esto es lo riesgoso”.
SI el laboratorio o veterinario no se encuentra bajo la órbita del SENSA, el
análisis no tiene validez. En el caso del último brote, los productos tenían un
análisis echo en condiciones no adecuadas “por lo tanto es una infracción a la
ley de SENASA y es una infracción a la ley de alimentos sino que aparte hubo
algunos de los denunciantes que referían haber comprado el alimento. Por lo
tanto se infringe otra ley, es una clara flagrancia hacia la salud pública por
lo tanto desde el área de fiscalización sanitaria de la Región Sanitaria se
realizó la denuncia penal correspondiente”.

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2015-09-08 00:00:00
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