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El neoliberalismo tiene otra tribuna en la UCA
Vuelve a producirse una contradicción entre la actividad de la universidad y la prédica de Francisco, quien sostiene que el sistema guiado por el lucro no se aguanta más y que el trabajo debe tener prioridad sobre el capital.
Categoría: Interés general

Vuelve a producirse una contradicción
entre la actividad de la universidad y la prédica de Francisco, quien sostiene
que el sistema guiado por el lucro no se aguanta más y que el trabajo debe
tener prioridad sobre el capital.

El objetivo de desfinanciar al Estado subyace como estrategia en el documento
de la Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios (Copal)
utilizado como base programática de las reuniones realizadas el 25 de agosto en
la sede de la Universidad Católica Argentina (UCA) con motivo de cumplirse 40
años de su fundación. Escrito en clave de declaración de principios, el texto
no oculta la pretensión de sus autores de ser un insumo para el diseño de
agendas públicas, especialmente para los candidatos a liderar áreas en
distintos niveles de gobierno.
A modo de marca identificatoria en el panel con los auspiciantes del evento se
encuentra el logotipo del grupo Clarín, adhesión que excedió lo habitual en las
relaciones institucionales existentes en el ambiente empresario. La corporación
que monopoliza la creación de opinión pública estuvo allí antes que como un
adherente al evento como uno de los impulsores de la llegada a la conducción de
la UIA de un funcionario destacado de Arcor. En esa gestión política no estuvo
sólo sino que actuó desde la Asociación Empresaria Argentina en tándem con
Techint para extirpar de la UIA la presencia del “populismo industrialista”
cuya existencia depende del mercado interno.
Clarín viene operando con Techint y Arcor para imponer en la UIA la defensa de
un modelo de precios sin regulación alguna. Los lineamientos principales de ese
programa se incluyen en el documento de la Copal dado a conocer en el mes de
mayo y se extienden desde la disminución de impuestos, la eliminación de las
retenciones a exportaciones, la derogación de la Ley de Regulación de las
Relaciones de Producción y Consumo, el fin de los precios administrados hasta
la vuelta del ajuste impositivo por inflación. A pesar de que el documento
elude expresiones directas sobre la devaluación, las políticas reclamadas la
tienen como uno de sus fundamentos.
La combinación de la eliminación de la política de precios cuidados con la
disminución de las alícuotas del impuesto a las ganancias y la aplicación del
ajuste por inflación a los balances, hará caer estrepitosamente la recaudación
al tiempo que los precios de los alimentos se dispararán en proporción directa
a la capacidad que tienen las empresas líderes del sector para fijar cuotas de
mercado y precios a sus productos. El resultado será la pauperización de los
consumidores, una menor actividad traducida en menos empleo y el
desfinanciamiento del Estado.
Un Estado desfinanciado no tiene capacidad para determinar políticas públicas y
regular a los mercados y termina como en los ’90: endeudado, débil, vacío,
inexistente, librado a la voluntad de los poderosos dejando al pueblo al
arbitrio del poder económico. Las experiencias están a la vista. De esta
intencionalidad no caben dudas porque el propio presidente de Copal, Daniel
Funes de Rioja, manifestó que “la libre determinación de precios es un
principio rector de la filosofía empresaria de esta industria” y que “una
prudente política monetaria y fiscal, y no los controles de precios, son la
mejor política antiinflacionaria”. La devaluación y la transferencia de
recursos desde los sectores asalariados al capital concentrado derivan de esa
posición.
El hecho de que el evento de Copal se realizó en la UCA no debe sorprender
porque son varios los obispos que continúan confiando en las virtudes de la
libertad de mercado, contrariamente a lo que anuncia y milita el Papa
Francisco. Sería oportuno que expliquen por qué avalan esas propuestas
facilitando las instalaciones de la UCA para la realización del seminario
ultraneoliberal de IDEA, la reunión de Copal y muchos eventos y participaciones
como la registrada en el encuentro nacional de la Pastoral Social en Mar del
Plata, realizada en junio, donde presentó como expositor principal a Daniel
Arrollo, en ese momento precandidato del massismo y sin presencias de
Desarrollo Social para disponer de una posición alternativa a la crítica del ex
funcionario.
En realidad no hay que sorprenderse de esa conducta: año a año el Observatorio
de la deuda social de la UCA manipula sistemas de encuestas para justificar
altos índices de pobreza que todos los organismos internacionales desmienten y
contradicen.
Permítaseme dudar del carácter de católico de la UCA, incluso de la verdad de
las afirmaciones de algunos obispos. Una Universidad en manos del
neoliberalismo no es católica, al menos en los términos en que se expresa hoy
la Iglesia de Francisco que dice clarito: “Este sistema no se aguanta, el
neoliberalismo es muerte, el Estado debe regular al mercado, el trabajo debe
tener prioridad sobre el capital”. Como dicen los curas en la opción por los
pobres: “Los grupos económicos y financieros ‘utilizan’ los mecanismos
democráticos para ponerlos en función de sus ganancias. Presionan a los
gobiernos para que hagan con la economía lo que más los beneficia a ellos
aunque perjudiquen al trabajador, al pobre. Tampoco olvidamos que muchos de estos
especuladores, banqueros, terratenientes, empresarios y partidarios de una
economía en la que el Estado no se meta, se dicen cristianos y tienen amistades
entre obispos y sacerdotes” (Declaración del 29/01/2015).

Nota: este artículo fue publicado originalmente en el semanario Trabajo y
Economía, en la edición de Tiempo Argentino.

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2015-09-08 00:00:00
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