La exhibición cinematográfica de la ciudad durante el viejo 2016 y a donde
apunta la del nuevo 2017.

En los balances anuales debe haber números y este somero dedicado al cine que pasó
por las pantallas comerciales bahienses -hay diferentes ciclos gratuitos
ofrecidos por instituciones culturales, aunque en 2016 sufrieron una notoria
merma-, se parece mucho al de años anteriores.
Las cifras de asistencia de público no alcanzaron el record del 2015, porque en
el último trimestre bajaron considerablemente, pero fueron buenas o muy buenas
si pensamos que la retracción del consumo ha sido general.
Lo que se vio es otra historia, una que los cinco títulos más vistos por los
espectadores cuentan por si mismos: Buscando
a Dory (Andrew Stanton, Angus MacLane; 2016) y La era de hielo 5 Choque de mundos (Mike Thurmeier, Galen T. Chu;
2016) arañaron ambos los tres millones de entradas vendidas; La vida secreta de tus mascotas (Chris
Renaud, Yarrow Cheney; 2016) superó los dos millones y medio; Me casé con un boludo (Juan Taratuto;
2016) y Zootopia (Byron Howard, Rich
Moore, Jared Bush; 2016) rondaron los dos millones cada una y en conjunto
superaron el 20% del total anual .
Cuatro tanques animados Made in USA -dos de ellos secuelas probadísimas- y una
comedia argentina, para más datos producida por Polka y con un título molestó a
algunos, pero cuya trama básica tentó a muchos más, permitiendo que se “colara”
en el “Top 5” que grita evasión por donde sea.
En la ciudad se estrenaron 157 largometrajes, una docena menos que el año
anterior, aunque su origen es semejante.
Un centenar -el 64% dominante- llegó directamente de la “Gran industria”,
“Hollywood” o Estados Unidos, que sin importar como se lo llame sigue teniendo
más que la mayor producción -India al menos la empata en número,- las riendas
de la distribución mundial gracias al aparato publicitario mejor aceitado.
Le sigue el 15% de las coproducciones más variopintas, aunque entre los países
involucrados se encuentra cada vez más seguido a Estados Unidos.
También es cada vez más frecuente que cuatro o más empresas de diferentes
países reúnan esfuerzos para competir con los tanques al uso, obteniendo resultados
desparejos, porque suelen carecer de identidad definida o seguir las mismas fórmulas
de Hollywood.
Afortunadamente la veintena de estrenos argentinos y su 13% marcan un leve en crecimiento
del porcentaje de años previos, que incluye a la comedia de Polka ya mencionada
y otros títulos que llevaron mucho público a las salas, como la biográfica Gilda (Lorena Muñoz; 2016), pero
también algunos pequeños e interesantes que consiguieron recuperar sus
presupuestos, como la comedia romántica Una
noche de amor (Hernán Guerschuny, 2016).
Más el módico 9% de títulos provenientes de un país determinado, que da verdadera
diversidad a la oferta cinematográfica y este año tuvo algunas sorpresas como
un par de títulos belgas y tres latinoamericanos: la comedia Alma (Diego Rougier; 2016) de Chile, la animación Un gallo con muchos
huevos (Gabriel Riva Palacio; 2015) de México y el
thriller La casa del fin de los tiempos
(Alejandro Hidalgo; 2015) de Venezuela; excepciones a la “usual” falta de distribución
entre los países de habla hispana.
Los géneros preferidos, después del de animación -que arrastra al codiciado
público infantil y familiar- son el fantástico en todas sus variantes, aunque
el de superhéroes está dejando de ser una apuesta tan segura. Las aventuras y
epopeyas espaciales van ganando terreno con sucesos como Rogue One (Gareth Edwards; 2016) y el terror, que tiene los seguidores
más fieles se trate de producciones grandes o pequeñas.
La tendencia marcada es hacia más remakes -¡hasta la argentina Inseparables (Marcos Carnevale; 2016)
reversionó un éxito francés!-, secuelas, precuelas y reboots o relanzamientos,
porque rodar es caro y los productores prefieren evitar los peligros de la originalidad.

Otro tipo de refrito son realizaciones como El libro de la selva (Jon Favreau; 2016), versión live action de un
viejo éxito animado, que va a tener seguidoras como lo prueba el avanzado
proyecto de El Rey León (Roger
Allers, Rob Minkoff; 1994) “ao vivo” dirigida por el mismo Jon Favreau.
Y spin offs o desprendimientos como Creed:
Corazón de campeón (Ryan Cogler; 2015), que recupera a Rocky Balboa y por
supuesto Animales fantásticos y donde
encontrarlos (David Yates; 2016), que hace lo propio con el universo de
Harry Potter, entre muchos otros.
Desafortunadamente el nivel de los estrenos no superó el medio -buena factura
técnica, interpretaciones adecuadas, pero guiones vistos mil veces-, pero algunos
títulos destacaron, como la animación Snoopy
& Charlie Brown (Steve Martino; 2015) que llegó en la primera semana
del año y muestra un mundo infantil tierno y doméstico. Deadpool (Tom Miller; USA-2016), un superhéroe todo lo
políticamente incorrecto que la industria tolera. En primera plana (Tom McCarthy; 2015), Oscar a Mejor Película 2015
sobre un grupo de periodistas del Boston Globe que investigaban casos de abuso
sexual en su diócesis. El
conjuro 2 (James Wan; 2016), terror de
calidad sobre sonados casos paranormales abordados por la carismática pareja protagónica.
Rams (Grímur Hákonarson; 2015), drama
islandés con un paisaje tan inusual como su conflicto humano y ovino. Las inocentes (Anne Fontaine; Francia,
Polonia- 2015), otro drama basado en sucesos reales, en un convento polaco durante
la Segunda Guerra Mundial.
Más un apartado especial para directores que pueden tener altas y bajas en su
producción, pero mantienen un estilo personal, como Pedro Almodóvar, Clint Eastwood
y Woody Allen, que respectivamente estrenaron: Julieta, sobre la difícil relación de una madre y su hija; Sully, drama basado en el acuatizaje de
emergencia de un jet en pleno Rio Hudson y Café
Society, con un joven neoyorquino que decide probar suerte en Hollywood en
su época dorada.