Recientemente galardonada
como personalidad destacada de la ciudad por su importante labor social, Isabel
Llanquihuen, nos cuenta parte de su historia, su trabajo con los chicos del
Grupo Crecer por la Vida y sus anhelos de futura abogada, demostrando que si se
quiere se puede.

Tiene
un apellido difícil de pronunciar y de escribir pero todos la conocen como
Isabel. Y ese nombre es el que figuraba en carteles y banderas de un grupo de
chicos que se encontraba en las plateas del Aula Magna de la UNS. Cuando el
locutor nombró a Isabel Llanquihuen para que suba a recibir su reconocimiento,
todos esos chicos se levantaron, aplaudieron y gritaron felicitando a esa mujer
que se ve que quieren mucho.
Eran los chicos del grupo Crecer por la Vida en el cual Isabel viene trabajando
desde hace muchos años y al que le dedica buena parte de su vida.
Todo esto se dio en el marco del acto por el Día de la Mujer organizado por la
UNS, la municipalidad y el Concejo Deliberante.
En el mismo se homenajeó a trece mujeres por su destacada labor social que
cumplen en nuestra ciudad. Y la última galardonada fue la propia Isabel que se
llevó los últimos grandes aplausos de todos los presentes.
Y tan emocionada estaba Isabel que la quisimos entrevistar pero no le salían
las palabras, así que la dejamos tranquila, la esperamos unos días y finalmente
dialogamos con ella: “Ese día estaba muy, muy emocionada por los chicos, por
las madres, por la familia y por toda la gente que me había ido a acompañar”.
Para saber de los inicios de Isabel en Crecer por la Vida tenemos que
remontarnos a los años 1996 y 1997. Esto da cuenta de que muchos chicos y
chicas de ese momento crecieron junto a Isabel. Durante esa época, fue invitada
por la señora Concepción González para integrar esa patriada que todos conocen
simplemente como Crecer. Elaboraron proyectos, consiguieron financiación para
equipar la sede y abrieron, en 1998, las puertas a los niños y niñas de barrios
como Stella Maris, Villa Cerrito, San Jorge, Viajantes del Sur, entre otros “porque
en realidad el grupo, el objetivo que tiene es la contención de niños con todo
lo que eso implica, contención de niños pero a través de talleres y no de un
comedor ni un ropero ni un merendero. Sabíamos que este objetivo nos iba a
costar porque la mayoría de los chicos se acercan a los lugares donde por ahí
se les da una merienda o algo entonces ahí es cuando los chicos empiezan a
trabajar. Nosotros empezamos a trabajar el 18 de julio del 98, siempre con una
característica de que los chicos son muchos”.
Muchos chicos y pocas manos para contenerlos trajo un poco de susto pero a
medida que pasó el tiempo se fue acercando gente con vocación de servicio: “Hubo
también épocas en las que no teníamos mucha gente pero seguíamos trabajando y
la idea era siempre cumpliendo con el objetivo de poder traer talleres al lugar
donde los niños se pudieran capacitar y aprender valores, la cultura del
trabajo…Ver otra realidad por el hecho de que estamos hablando de estos barrios
en donde la gente es como que los marca a los niños y como que por el solo
hecho de vivir en el barrio están medios marcados, estigmatizados.
Entonces nosotros tratamos en lo posible que estos niños vean que hay otras
realidades, que se pueden lograr muchas cosas siempre y trabajando con valores,
con respeto hacia la comunidad”.
Deportes, plástica, ayuda escolar y otras disciplinas componen los talleres.
Sin embargo hay uno que parece que los une a todos y todas: el de murga. “Consideramos
que es una alternativa donde la gente se junta, tanto el niño como los padres y
pueden disfrutar de esto. Están trabajando siempre juntos y consideramos que es
un lugar donde hay mucha inclusión y que nos gusta mucho. Aparte tenemos un
taller de música donde vienen niños y mayores y también hay una interacción
entre el mayor y el menor que nos gusta porque hoy por hoy sabemos que el mayor
a veces pretende algo del niño pero tampoco le da el ejemplo. Tratamos en lo
posible que tanto los mayores como los menores se respeten y puedan compartir y
que puedan tener una charla amena entre ellos como para que vean y puedan
evaluar cuáles son las distintas realidades, la realidad de antes y la realidad
de ahora. Y tanto el grande conozca bien la realidad de qué están viviendo los
niños, y que el niño conozca las realidades que se vivían antes. Nos parece muy
fructífero para ellos, tanto para el mayor como para el menor”.

Solidaria desde siempre
Crecer por la Vida desde hace tres años trabaja junto a la organización
AIESEC a través de la cual se realizan intercambios con otros países: “Es una
organización que comenzó hace muchos años buscando la paz mundial y mediante
intercambios de talleres y de culturas se quiere lograr esto.
Ellos vienen y les dan talleres a los chicos nuestros y como que hay una
interacción de culturas y el chico nuestro percibe y hoy por hoy estamos muy
agradecidos porque les ayudan a ver que hay otra realidad, que el mundo no
termina acá nomás a la vuelta de la esquina, que estudiando se logran un montón
de cosas. Entonces nuestros chicos como que han tomado una distinta alternativa
con respecto al estudio que a nosotros nos parece muy lindo porque si antes el
chico no quería ir a la escuela por distintas razones, al interactuar con estos
chicos, ven que si ellos lograron poder estudiar y poder viajar, es como que
les abre un abanico de posibilidades más interesante y es como que ya les
preocupa el estudio y a nosotros eso nos favorece porque hoy sabemos que la
educación no está de lo mejor”.
Remarcábamos antes que muchos de los chicos que eran niños con Isabel hoy ya
son adultos: “Ellos vienen a visitarnos al grupo, traen a sus hijos, es una
nueva etapa entonces ahí es donde nosotros podemos ver cuál es la realidad de
ellos. La mayoría de los chicos que vienen tienen su familia consolidada que
hoy por hoy decir que un joven está consolidado es difícil. Tratan de tener a
sus hijos lo mejor posible, acompañándolos, conteniéndolos por ahí de la forma
en que nosotros estuvimos hablando en alguna oportunidad. La verdad que a
nosotros, a mí por lo menos me llena de orgullo cuando alguno de estos chicos
anda por la calle, me saluda y me dice te presento a mi señora, te presento a
mi hijito. Es como algo que uno fue sembrando y que está muy bueno”.
Crecer abrió sus puertas en el 98 pero ¿cuándo nace la vocación y el espíritu
solidario de esta mujer?: “Yo soy así desde que me conozco, siempre tratando de
ayudar. Yo viví siempre con una familia muy humilde y yo siempre digo que todo
esto se afianzó en mí cuando a los ocho años yo me encontré con la iglesia San
Francisco de Asís. Vi que se podía más allá, porque uno tal vez dice yo no
tengo nada para dar y yo creo que todos tenemos algo que dar siempre. Entonces
a los once años tomo mi promesa scout que es una promesa que yo la tomé como un
estilo de vida considerando que los scouts estamos para mejorar el mundo. Una
de las consignas de los scouts es dejar al mundo mejor de lo que lo
encontramos. Entonces fui evaluando todas esas cosas y creo que siempre estuve
con esta vocación de servicio. Estoy cumpliendo cincuenta años en el movimiento
scout y sigo trabajando porque considero que es un movimiento que hace bien a
los chicos, a los grandes, a los jóvenes, a todos. Hay mucha gente que tiene
vocación de servicio y no se la conoce”.

Futura abogada
En Crecer trabajan hombres y mujeres para beneficio de niños y niñas
recalcando siempre el respeto por el otro: “En Crecer tanto las mujeres como
los varones trabajamos juntos mancomunadamente, cada uno tiene su espacio,
consideramos que nosotras como mujeres podemos hacer cosas pero también
necesitamos del acompañamiento del hombre porque en algunas cosas, si vamos al
tema de la fuerza no tiene la misma fuerza una mujer que un hombre. En nuestro
grupo se trabaja en forma conjunta y entonces se crea un espacio mucho más
lindo, mucho más llevadero, somos todos iguales e inclusive a la hora de estar
los jóvenes cuando trabajan, el mayor lo único que hace es un soporte técnico
nada más y se trata de que las chicas que vienen sean respetadas como si fueran
una persona mucho mayor”.
En cuanto a los objetivos a futuro, señaló: “Seguir trabajando como hasta
ahora, tenemos en carpeta dos proyectos, uno es una biblioteca y el otro es un
vivero donde podemos hacerles trabajar a los chicos con las manos como para que
vean que también se puede trabajar y poder disfrutar de las cosas que ellos
mismos hacen”.
Por si todo esto fuera poco, Isabel cursa segundo año de Derecho por lo que es
una futura abogada. Le preguntamos por sus estudios y además contó en el medio
sobre más cosas que hace en su vida: “Sigo estudiando, sigo en la lucha porque
es una materia pendiente en mi vida. La empecé y me gustaría terminarla. Le
estoy poniendo pilas, me va bastante bien a pesar de todo lo que hago ya que
soy mamá, soy esposa, tengo el trabajo en el grupo, trabajo como secretaria en
una asociación nacional de scouts navales argentinos pero me va bien a pesar de
todas esas cosas”. Un ejemplo que los chicos de hoy y de ayer de Crecer
agradecen eternamente.